lunes, 25 de marzo de 2013

Debate: ¿Judith Butler o Lévinas traicionado? - 2da parte







A continuación se presenta la respuesta de Judith Butler al artículo de Bruno Chaouat publicado en Le Monde el 21 de marzo del 2013. 

¿Lévinas traicionado?. La respuesta de Judith Butler


Espero clarificar aquí algunas de las frases que han ocasionado cierta inquietud. Ellas se encuentran en mi libro recientemente publicado, Parting Ways : Jewishness and the Critique of Zionism (Columbia University Press, 2012). Y que al parecer se publicará en francés por la Editorial Fayard en el otoño del 2013. La frase que causó confusión comienza así, (página 23): “Seguro, él [Lévinas] declaró en una entrevista que el Palestino no tenía rostro…”. En el texto, inserté un pie de página que conduce a la traducción inglesa de esa entrevista publicada en francés bajo el título “"Israël, éthique et politique, entrevista con S. Malka (con Alain Finkielkraut)", Les Nouveaux Cahiers, n° 71, 1983, p. 1-8

En mi libro hay otra formulación que también suscitó una atención crítica:

“Para Lévinas, la prohibición de la violencia está limitada a aquellos cuyos rostros producirían una exigencia según mi reflexión, y por lo tanto esos “rostros” están diferenciados en virtud de su campo religioso y cultural. Eso abre entonces una pregunta para saber si hay alguna obligación de preservar la vida de esos que aparecen “sin rostro” según esta visión, o quizás, para extender esta lógica en virtud al hecho de no tener rostro, no apareciendo en lo absoluto. Aún no hemos visto un estudio del “sin rostro" en Lévinas …” (p.39)

Primero quiero clarificar el hecho que a la vez “rostro” y “sin rostro” como se utiliza anteriormente no son citas de Lévinas, pero los términos están  entre “comillas” para subrayar la dimensión figurativa de estas locuciones. El rostro en la obra de Lévinas no denota el rostro literal, sino más bien una exigencia que es ejercida por el otro, de no matar. Aquella demanda puede ser vinculada por un sonido o un silencio, pero no está restringida al rostro literal del otro. El segundo término, " sin rostro ", tampoco es una cita, sino mi propia invención lexical destinada a interrogar en cuáles condiciones el "rostro" opera como un imperativo ético primero y preponderante y en qué momento se vuelve secundario o, de hecho, es reducido en provecho de otros fines éticos o políticos. Las comillas cuadradas dobles [" francés "] hoy son empleadas regularmente en inglés para las expresiones no literales, las formulaciones irónicas y las invenciones lexicales.

Espero clarificar la razón por la cual formulé el primer enunciado a partir de la entrevista radiofónica realizada en septiembre de 1982, después de las matanzas de Sabra y Chatila. Pero precisemos primero el Lévinas,  que según mi punto de vista, propone una filosofía ética crucial para la comprensión del potencial de convivencia entre Israel / Palestina, no dijo, que los Palestinos eran por naturaleza o por definición sin rostro. No es su posición y no es mi interpretación de su posición. Mi argumento es más bien que la prohibición de asesinar ("no matarás en absoluto "- “Tu ne tueras point “ ) que es encarnada e incluso dirigida por  "le Visage " es interrumpida o suspendida cuando, según Lévinas, se vuelve necesario matar en autodefensa o en defensa de los que son cercanos : el “prochain”. En estas condiciones, el "rostro" no es más  que la modalidad ética primera del Otro. Cuando el otro llega a ser el "enemigo", un sentido del Otro cambia, y por consiguiente la eminencia ética del rostro, la prohibición del asesinato, también es puesta en cuestión.

La cita frecuentemente más discutida en esa entrevista es el siguiente:

"Shlomo Malka : Emmanuel Lévinas, usted es el filósofo del "otro". ¿Acaso la historia, la política no es el mismo lugar del encuentro del "otro", el "otro" para el Israelí, no es primero el Palestino? "
Lévinas responde:

“Mi definición del otro es completamente diferente. El otro, es el prójimo, no necesariamente el cercano, pero el cercano también.  Y en aquel sentido, siendo para el otro, usted es para el prójimo. ¿ Pero si su prójimo ataca a otro prójimo o es injusto con él, qué puede hacer usted?. Allí, la alteridad toma otro carácter, allí, en la alteridad, puede aparecer un enemigo, o por lo menos allí se plantea el problema de saber quién tiene razón y quién tiene la culpa, quién es justo y quién es injusto. Hay  personas que están equivocadas.”

¿Cómo comprendemos esta situación en la cual “la alteridad toma otro carácter”?. Aquí, Lévinas especifica la manera en la cual la exigencia ética transmitida por “el rostro” (entendido como lo que transmite la prohibición de asesinar) a veces debe ser anulado por una demanda ética de compensación. Él se refiere a “un Estado con un ejército y armas, un ejército que puede tener una significación disuasiva, y si es necesario defensiva. Su necesidad es ética: es en efecto, una vieja idea ética que precisamente dicta  defender a nuestros semejantes. Mi pueblo y mis semejantes, son entonces mis cercanos, aún más, son mis prójimos. Se defiende al prójimo cuando se defiende al pueblo judío; cada judío en particular defiende al prójimo cuando él defiende al pueblo judío.” (p. 4)

La comprensión de la "alteridad" a la cual remite la pregunta de  Shlomo Malka es claramente la del "rostro" interpretado cómo comunica una primera obligación ética relativa al otro, anunciada por la interdicción del homicidio ("El rostro es lo que no se puede matar ")

Esta prohibición, sin embargo, encuentra su límite para Lévinas bajo las condiciones donde la defensa de sí o la defensa de los otros que son los prójimos se vuelve éticamente o políticamente necesaria. Cuando él dice que “la  alteridad toma otro carácter”, en la primera cita de más arriba, sostiene que el rostro como modalidad primera de la ética es suspendida cuando la alteridad aparece precisamente como enemistad [enmity] – la prohibición del asesinato no se sostiene de manera absoluta. Este punto no es nuevo; Lévinas lo ha reiterado una multiplicidad de veces: Defensa de sí y defensa de otros limita el mandamiento de no matar. Eso quiere decir que el rostro no agota toda relación ética con el Otro – cuando el Otro asume este “otro carácter”, la defensa de sí y la defensa de los otros adquieren la prioridad ética. Levinas parece decir que este es un momento en el cual lo ético cede el paso al político:

“No creo en absoluto que la responsabilidad tuviera límites, que la responsabilidad del ‘yo’ tuviera límites. El yo, lo repito, jamás se ha liberado hacia otro. Pero pienso, y hay que también decirlo, que todos esos que nos atacan de manera tan brutal no tienen el derecho y que, por consiguiente, hay ciertamente al lado de este sentimiento de responsabilidad ilimitada un sitio para una defensa, porque no se trata siempre del ‘yo’, sino de mis cercanos que son mis prójimos. A esta defensa le doy el nombre de política pero de política éticamente necesaria. Al lado de la ética, hay lugar para la política”.

No es fácil saber si la política desplaza a la ética, si la defensa del yo es una antigua obligación ética o si la política es en sí misma éticamente necesaria y sin una representación. Y sin embargo, en la respuesta a Shlomo Malka, él aclara que la obligación ética de defenderse y de defender a los otros que son los “prochain” es funcional al rival, lo que a veces predomina sobre la noción “estando para el otro”. Mi lectura es que en estas condiciones, el Otro no se significaría principalmente como el rostro, pero como enemigo. Cuando una población, considerada como enemigo en ese sentido particular, es destruida por un poder militar, esa población se vuelve efectivamente “sin rostro” en esas condiciones – o esa es al menos mi conclusión interpretativa.

Así, los Palestinos no están por naturaleza “sin rostro” pero sólo se construyen así, diría, en las condiciones de enemistad estipuladas por Lévinas. Esta provisoria ausencia de rostro del enemigo se aplicaría a todo enemigo conforme a las condiciones instituidas por Lévinas, no solamente a los Palestinos o su liderazgo. Desde luego, esta visión rodea la importante pregunta de saber cuáles responsabilidades son las que tenemos cada uno de nosotros con respecto al enemigo y si debemos preservar en la idea paradójica del "rostro del enemigo" para responder plenamente a esta obligación.

Aunque permanezca endeudada con  la filosofía ética de Lévinas para  gran parte de mi propio pensamiento sobre las obligaciones de proximidad, no estoy de acuerdo con todas sus conclusiones políticas. De hecho, tiendo a ampliar su noción del “rostro” más allá del dominio de política, y así no trazar una línea entre lo ético y el político de la misma manera que él a veces hace. En mis lecturas, procuro reforzar la prescripción ética significada por " el rostro" – la que levanta la prohibición contra la violencia – hasta la esfera política para entender mejor el potencial de una política de la no violencia – aún en, o especialmente en, el corazón de la enemistad.



Traducción: Paloma Ahumada R.


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